En el año 2008 nos dimos cuenta de que las buenas tradiciones no deben perderse, sobre todo si proporcionan tanta felicidad como fabricar y beber cerveza. Ese año pisamos por primera vez una sala de cocción de cerveza y vimos que allí había algo más que un montón de tanques, tubos con llaves de paso, sacos de cebada y máquinas de acero... había ilusión.
Y eso es algo común a todos los maestros cerveceros que hemos ido conociendo. Esa mezcla de ilusión, nervios, alegría e incertidumbre están siempre presentes cuando se trata de elaborar cerveza, por eso el producto final es mimado siempre con cariño desde el primer momento de su elaboración.
0 comentarios:
Publicar un comentario